Wednesday, October 31, 2012

El Club Trapiello


Un cliente al que le gusta Andrés Trapiello. Le discuto: el horror de la cultura literaria como herramienta de diferenciación social. Le digo que ni siquiera existen los lectores de Andres Trapiello. Si se citan simplemente los títulos de sus diarios en un listado junto al número de páginas de cada uno, eso alcanzará para disuadir a cualquier lector que no sea un snob rancio. Me dice: "te sorprenderías".

Este cliente tiene una hija que me vuelve loco; le fui recomendando libros desde que era una nena, fui forjando su cultura literaria. Pero ahora ya no es una nena y está tremenda. Un día este cliente me cita en un café en el centro de Madrid, en el Madrid de los Austrias. Me dice a vos te gusta mi hija, no? No sé que decirle. No le contesto nada claro. Le digo que me está poniendo incómodo, que su hija es guapa, pero que yo estoy casado, bla bla bla. Me veo dando unas explicaciones absurdas. Justo cuando estoy a punto de irme, él se da cuenta y me dice, tranquilo, no pasa nada. Quiero llevarte a un lugar que te va a sorprender. No sé por qué, pero voy. Bueno, si sé: me doy cuenta que el tipo está medio loco y tengo la esperanza de que algo relacionado con su hija me esté esperando. Subimos a un coqueto edificio de ese barrio. Piso 6º, ascensor de madera, bronce, rejas y espejo. El cliente toca una puerta, le piden una contraseña, la dice y entramos. dentro son todos hombres de mas de 40 años, tomando copas y hablando de literatura; hay un grupo de jazz suave tipo música de peli de Woody Allen; le pregunto qué es todo esto y me dice: una reunión de fanáticos de Andrés Trapiello. Lo miro con una mueca de horror y le digo: me estás jodiendo. Dice: te dije, te sorprenderías. A continuación me tomo un par de copas y doy una vuelta por el piso que es enorme. Por todas las habitaciones hay fans de Andrés diseminados, charlan sobre literatura y cultura culta en general, yo intento mimetizarme y por un momento creo que lo consigo: para algo fui a un colegio de élite; soy un name-dropper contrastado por años de recomendaciones de libros casi a ciegas. En un momento dado, no sé bien como, todos los hombres se juntan en el salón principal. la música para y se reparten vendas negras para los ojos; al ponérselas, todos se sacan las camisetas, no sé qué hacer, tengo miedo, temo que me descubran, justo cuando estoy por quebrarme, aparece el cliente y me dice, tranquilo, nadie lo sabrá, ahora quitate la camisa, vendate los ojos y dejate llevar; sólo puedes besar en la boca y tocar tetillas; si te gusta como te besan, debes permitir que te toquen las tetillas...

Intento entregarme a esta orgía ridícula, pero me pasa igual que a Tom Cruise en la últma de Kubrick: soy un impostor y pronto se descubre. Algo en mi modo de tocar las tetillas de un señor gordo y pelado que me estuvo hablando del Ulises o algo en mi modo de besarlo o algo en mi modo de hablar de Madame Bovary me ha puesto al descubierto: ya todos lo saben, no soy un verdadero fan de Trapiello. Me saco la venda negra y veo que todos me miran con cara acusativa, igualito a la peli; me siento mal, pido disculpas, les digo que están locos, trato de explicarles lo ridícula que es su actitud, les increpo que están muertos en vida y justo cuando estoy a punto de empezar a insultarlos frontalmente, el cliente me arrastra afuera. Salimos y está la hija con su novio: es un muchacho sonriente e hipermusculado, de gimnasio. La hija me dice: "qué loco es mi viejo, viste, anda con una gente super rara, pero bueno, cada cual tiene sus hobbies...te presento a mi novio, Carlos, su hobbie es el gimnasio, yo le hablé de vos, de cómo me convertiste en una gran lectora, me encantaría que le recomendaras algunos libros, yo le digo que una vida sin libros es una vida muy plana, que leer es super importante y además es lindo, dale, te animás a tomarte ahora un café con leche con él y a recomendarle alguna cosa? charlan un poco, ves un poco las cosas que le interesan a él y lo inicias, te parece?"

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