Sigo siendo

-Y, ¿te hicieron buenos regalos?

-Sí, un par

-…

-El de mi tío Ramón, on top: un “neutralizador de ironías” vintage. Uno de esos que venía con detector de radares anti-neutralizador incorporado.

-…

-Sí. ¿No sabías que hubo un tiempo en que los neutralizadores de ironía se prohibieron en las facultades de humanidades? Librados al abuso de sus máquinas neutralizadoras, los alumnos positivistas se consagraban a mantener a raya a gran parte de los profesores nihilistas (que en su momento habían sabido dominar el claustro a fuerza de flácido humor deconstructivo). Pero como te decía, los neutralizadores se prohibieron; en muchas de las aulas se instalaron incluso radares anti-neutralizadores de ironías. Fue una gran victoria técnica para el bando nihilista.

-Ah, mirá vos. No, no sabía. ¿Y qué otro regalo digno de mención?

-El de mi primo Miguel, on top también: un link secreto (encriptado) a un vídeo casero protagonizado por Christopher Reeve. Bueno, en realidad no. Está realizado con técnicas de producción superiores para lograr una apariencia amateur cristalina. No puedo creer que sea verdadero, pero lo parece. Sólo hay una cámara que filma toda la escena con nimios retoques de montaje. Se ve del tirón: es sólo una escena de 15 minutos más o menos. Aparece Christopher Reeve en su silla de ruedas, rodeado de pendejas que están espectaculares. Les da órdenes, las obliga a flagelarse mutuamente, las pajea, las pisa con la silla de ruedas, las escupe, les caga encima, saca una espada de samurai de abajo de la silla y les tira espadazos como loco, se caga de risa, el hijo de puta...Al final, las deja medio hechas mierda, tiradas, amontonadas, descuajeringadas. Hay charcos de sangre y todo y en un momento Christopher se caracajea mal, parece que se ahoga, pero no. Se levanta de la silla, se saca la careta y es Pelé. Pelé con su cara feliz de negro pelotudo. Pelé sudado y jadeando de la risa mira a la cámara que le hace zoom hasta el primer plano y dice: jogo bonito.

-...

-Altos regalos, ¿no?