Sunday, July 19, 2015

Los niños chinos exiliados

Los niños chinos exiliados son seres superiores. Los hijos de los señores chinos que vinieron a España en los últimos veinte años y pusieron una tienda de alimentación-frutos secos. Esos nenes que pululan por esas tiendas; que van al colegio, hablan en castellano, atienden el negocio si hace falta y miran tele china por internet todo el verano. Esos niños acostumbrados a pasar tardes enteras dentro de esas tiendas que no usan nunca aire acondicionado haga el calor que haga. Esas tiendas autoritarias, que no tienen ninguna pretensión estética ni estrategia comunicacional porque saben que la gente no tiene más remedio que comprar ahí por los horarios, por la variedad limitada pero pragmática que ofrecen. En el momento de pagar en un chino, la relación de comprador y chino es la menos impostada u ornamentada de todos los “momentos de pagar” en cualquier tipo de comercio cara a cara. Es lo más parecido a una mera transacción comercial. Seca y honesta. El chino mira los productos que ponés sobre el mostrador, piensa dos segundos y te dice cuanto es. A veces usa una calculadora. No quiere caerte bien, le importás un huevo. Si necesitás te da bolsas; las gracias no suele.

Si un día no querés, no lo saludás; eso no le molesta para nada. No te va a fiar. En eso se parece a otra de las transacciones cuasi puras: la del pago en la caja del supermercado. Pero incluso la cajera sigue y debe representar, más o menos eficazmente, una política-retórica de empresa. El chino, no; el chino parece no necesitar retórica. Una vez una cajera de una de las cadenas de supermercados más grandes de España me sermoneó en el momento de pagar por pedirle “demasiadas” bolsas de plástico. “Hay que cuidar más el medio ambiente señor” deslizó cual monja verde a sueldo de la Nada.

Una china de un chino jamás haría algo así. Para empezar, ¿cuántas cajeras chinas de supermercado hay? No hay. Y ¿mucamas chinas? No hay. No digo que hay pocas o poquísimas, digo que no hay.
No hacen ningún trabajo en el que tengan que caretear pleitesía. Hay latinoamericanas, centro europeas, marroquíes y alguna africana incluso como ejército raso laboral de supermercados, gasolineras, fábricas. Y también como servicio doméstico. Los chinos no están, los chinos  van a lo suyo.

La relación de los locales con los chinos es muy distinta que con las demás minorías inmigrantes. Un español está acostumbrado a compartir y competir con y contra los inmigrantes no-chinos en y por el trabajo; a los chinos tan sólo les compra cosas cotidianamente. Están siempre del otro lado del mostrador. Para bien y para mal.

Pero los niños, no. Porque los niños chinos van al colegio ¿Son buenos alumnos? ¿Les importan las notas? ¿Tienen amigos no-chinos? Creo que les importan las notas, pero no son los mejores alumnos. Aún. 

Se ve a claramente que esos niños chinos serán diez veces más inteligentes, más valientes y más sabios que nuestros hijos.

¿Serán europeos alguna vez?

Sería espectaculal.