Cotorra en falsete
Hay un nazismo de la felicidad en algunos muchachos cultos que tuitean.
Nombran mucho fiestas a las que van. Usan “triste” como el peor de los insultos. Huyen del narcisismo y de la psicosis. Fingen desdeñar el lado bello de lo patético y su necesidad.
Su comprensible rechazo a lo académico y al componente elitista de lo vanguardista, los ha arrastrado a ser vanguardistas culposos: populistas irónicos.
Producto todo de la vergüenza por ser tan ilustrados como son en un país tan pobre.
Hablan todo el tiempo de política y militan mas que nada en talleres literarios. ¿Hay un censo porteño de talleres literarios? ¿Qué dice de una ciudad un alto índice de talleres literarios? ¿Algo bueno?
Ah: algunos todavía escriben “poemas”.
Sí.
Son esos escritores que de colocar estas líneas
como si fueran versos
así, escribiendo para abajo,
las llamarían “poema”
reduciendo lo poético
a la disposición en una página
de sus flácidas ocurrencias sociológicas
con la arquitectura visual más o menos típica
y la cómoda irrefutabilidad
de las obras poéticas
nimio y merecido destino
para la afeminada poesía
iberoamericana
siempre tan llena de luz y
tan boba
Y yo
[[que nunca me someteré
llamando poema
a ninguna configuración visual
más o menos piola]]
soy peor
cada vez
trabajo menos
miento mas
confío menos
estoy mas confuso
mas inquieto y mas estático
al final
aprendo poco
y olvido mas
y aunque nada de esto
me parece digno de mención
lo escribí
y vos
[[que por algún estúpido error de cálculo estás acá]]
te lo chupaste