Monday, January 12, 2009

Carísimo y absurdo

“Esto es carísimo y absurdo. Es que es ropa de mercadillo, pero ropa de mercadillo a precios desorbitantes”.


Bien. Pero, ¿no sería más correcto decir “a precios desorbitados”? Difícil de decidir mientras las dos maneras de adjetivar impliquen sentidos distintos. Desorbitante, si bien es un adjetivo que califica al sustantivo “precios”, lo califica como indirectamente, porque si son desorbitantes, esos precios producen que otra cosa se desorbite. Yo creo que los ojos de la persona que recibe la información de esos precios; los ojos que se salen de órbita, ante la presentación de esos precios tan desajustados respecto a la ínfima calidad de lo que venden. Los precios son desorbitantes, quiere decir que “sacan de órbita”, impresionan, contrarían a aquel que tiene noticia de ellos.

En cambio, desorbitados, pienso yo que en cierto modo es más correcto, o, en todo caso más simple, más claro, porque ahí sí que desorbitados califica al sustantivo “precios”sin intervención de nadie, prescindiendo de toda experiencia o mediación subjetiva: simplemente, son ellos los precios, los que están fuera de órbita, si se dice de ellos que están desorbitados. Sí, esto supondría que hay, que existe una órbita de los precios, de la cuál estos pueden salirse, convirtiéndose entonces en “precios desorbitados”. No es demasiado difícil aceptar esto.

Y con “no sé, tío, creo que se está volviendo loco. No hace más que comentarios desquiciantes, ¿ocurriría lo mismo? No lo parece.

Los comentarios desquiciantes son los que desquician a quién los escucha. Si bien desquiciantes es un adjetivo que califica al sustantivo “comentarios”, lo hace, otra vez, indirectamente. Porque el que resulta desquiciado es aquel que recibe los comentarios desquiciantes.

Pero cuando decimos “comentarios desquiciados”, son ellos los comentarios, los que estarían fuera de quicio. Lo cuál, por otro lado, implicaría que existe un quicio de los comentarios, del cual estos pueden salirse, convirtiéndose entonces en “comentarios desquiciados”.

Yo creo que esto último no debería ser tan fácil de aceptar. Porque creo que no está tan claro que los comentarios tengan un quicio del cuál pueden salirse. Eso implicaría que existe la sensatez, la prudencia; sólo así tiene sentido calificar de desquiciados unos comentarios.

No tengo problema en aceptar que los precios tienen una órbita de la cuál pueden salirse. Pero no estoy todavía dispuesto a aceptar que los comentarios tienen un quicio del cuál podrían salirse.

Soy un renacuajo anti-liberal y nihilista.

Por eso, al final, me quedo toda la vida con precios desorbitados y comentarios desquiciantes. Lo cuál, sin duda, es carísimo y absurdo.