Saturday, November 08, 2008

Ridículas volteretas

[final]

Pienso entonces: si yo fuera tan pelotudo de querer hacer poesía con acciones en el mundo y no con la mera escritura, me burlaría de ellos en voz alta, les diría “o se van o me voy a ver obligado a chuparles la chota hasta hacerlos cagar encima de placer", dispuesto a cagarme a trompadas si llegara a hacerlos enojar con mis absurdas amenazas. Si quisiera que mi poema hablara no solo de lo absurdo sino de lo justo que es el mundo, dejaría que me vapuleen y con cada golpe recibido aprendería nada.

[principio]

Me senté en un banco lo más tranquilo posible. Lo que no miré, o no me importó, es que enfrente mío a metro y medio había otro banco libre. Creo que creí que con la pinta que tenía nadie iba a querer sentarse enfrente de mi teniendo todo el parque a su disposición.

Tenía el jean bastante manchado de leche y potitos de mi hija, barba de muchos días, algo despareja, ojeras y una remera verde loro. De modo que, inocentemente, creyendome “a salvo de la tiranía del rostro humano” como dijera don Charles, elegí un disco en el mp3, me encendí un porro y me puse a leer un libro de Quim Monzó que tenía que tener reseñado en dos días.

Pasan como diez minutos, el primer relato me va gustando, el parque está lindo, la música me mima. Y entonces aparecen. Dos tipos con cuerpos de atletas casi profesionales, en pantalones cortos y zapatillas de training con soquetes de esos bien cortitos de maratonista. ¿Qué hacen? Utilizan el banco en frente del mío para hacer abdominales, estiramientos y (lo peor de todo) para sentarse a descansar entre serie y serie de ejercicios. “En silencio”, pensarán ustedes, “recuperando el aire…”.

No señor. Mientras descansan, cada dos o tres minutos, conversan sobre rutinas de entrenamiento, sobre lo beneficioso o no de este o aquel estiramiento, sobre una nueva dieta carbohidratante a base de espárragos. Creen sin duda que porque leo y escucho música en un parque a las tres de la tarde, no me molestan sus ridículas volteretas y su cháchara indecente.