Saturday, February 02, 2008

Esto si que es un profesional.

"Esto si que es un profesional" pienso. Lo veo comer en frente mío, observo sus gestos, sus movimientos, analizo cómo come, cómo se conduce en el acto de comer y noto inmediatamente que se trata de un profesional. Un profesional de la vida, del buen hacer. Alguien que no solo sabe qué hacer, sino también cómo hacerlo. Y no es solo que lo sepa, sino que además lo hace, carajo. Un momento antes, al sentarse ojeaba unos papeles de algún texto escrito por él mismo. Los miraba relajadamente, con actitud crítica, no del todo satisfecho, pero tranquilo al fin y al cabo. Al llegar la camarera, preguntado por qué quería comer, apenas levantó la cabeza y no requirió que le repitieran el menú (como haría un mero aficionado), porque ya tenía la decisión tomada: “De primero espinacas y de segundo, mero, por favor” “El mero, ¿con patatas o con ensalada?” dijo la camarera. “Con ensalada” (y ya la tenía calculada). Luego le trajeron la comida y la come con gran elegancia, como sólo podría hacerlo un profesional universal. Porque un profesional de la navegación a vela puede comer como un patán, es decir, podemos observarlo comer y no suponer nunca que estemos frente a un profesional. Pero de un profesional en vivir, mirémoslo cuando sea, en cualquiera de sus conductas cotidianas, sabremos siempre que se trata de un profesional, sin lugar a dudas. Esa es la marca de distinción del profesional en vivir: la universalidad de su profesionalidad. En un ejército hay soldados, cabos, coroneles y tenientes, ocupados todos en labores concretas, determinadas, parciales, en las que pueden, por qué no, demostrar una gran profesionalidad. Pero hay también un general, alguien que puede considerar y solucionar problemas de toda índole dentro de los cuales puede actuar cualquiera de sus subordinados. Por este carácter no parcial, no especificado de sus habilidades, es que se le llama general. [A menos, claro, que pensemos en una ciencia específica de lo general, de modo que sus expertos fueran también parciales; expertos tan sólo en lo general]

Sea como sea, al levantarme de mi mesa para irme, me despido de él como corresponde. Me cuadro en frente suyo, hago la venia, con todas mis venas en tensión y reconociendo mi menor rango, como profesional tan sólo en el área particular de la ensoñación inútil, ante un profesional en todo, exclamo: “¡A sus órdenes mi general!”.

Me mira con desprecio tranquilo y con la inconfundible autoridad de un profesional en todos los ámbitos, me advierte: “No te pases ni un pelo, frustradito, que un día las cosas te pueden llegar a salir bien, y entonces, ¿de quién vas a hablar?”